En la historia del zen hay todo tipo de figuras, y la historia del zen que vivimos nosotros mismos ahora es de hecho especial, porque queremos integrar la vida y la práctica religiosa, seria y profunda, con la vida ordinaria, la vida laica.
Sábado 28/10/2000, 11h30
Voy a hablarles del Maestro Josshu. Sensei nos hablaba frecuentemente de la edad, haciendo referencia a Cristo, a Jesús, que es un poco el modelo occidental. Cuando hablamos de Jesús, hablamos de la pasión. Y Sensei decía que su experiencia hubiera sido seguramente diferente si hubiera podido vivir más tiempo. En efecto, murió muy joven. Como saben, la enseñanza de zazen no puede separarse de nuestra vida. Para cada uno, entonces, la experiencia de zazen y de la vida es diferente, aunque haya puntos en común. El Maestro Dogen, del que hablamos a menudo, tuvo también una experiencia de zazen y de la vida que comenzó a los siete años y duró hasta los cincuenta y algo. De todas maneras, murió bastante joven. El Maestro Josshu tiene de particular que comenzó zazen a los sesenta, sesenta y cinco años. Cristo ya estaba muerto, Dogen ya estaba muerto. Sabemos, sin embargo, bastante poco sobre la vida del Maestro Josshu antes de que se volviera monje. Practicó mucho tiempo como laico.
En la historia del zen hay todo tipo de figuras, y la historia del zen que vivimos nosotros mismos ahora es de hecho especial, porque queremos integrar la vida y la práctica religiosa, seria y profunda, con la vida ordinaria, la vida laica. Es muy difícil. Ciertamente, en una experiencia de práctica, habrá momentos en que estaremos más llamados a concentrarnos en la vida laica, la vida social, y otros en los que estaremos más llamados a concentrarnos en la vida del dojo, la vida de monje propiamente hablando.
Pues el Maestro Josshu comienza la práctica más o menos a los sesenta años, y estudia como discípulo hasta alrededor de los ochenta y cinco años. Se dice que enseñó como maestro hasta los ciento veinte años. No es para nada el zen de la pasión, es sobre todo un zen simple, sin ilusiones. Por esta razón, el Maestro Josshu, sea en el medio Rinzai o en la rama Soto, es admirado y respetado como uno de los más grandes maestros zen de la historia.
Sábado 28/10/2000, 17h
Entonces, al principio de su carrera de monje, el Maestro Josshu partió en peregrinaje, según la tradición china y las directivas de su maestro de origen, es decir, el maestro que le había conferido la ordenación. Es un maestro-discípulo de la línea de Obaku.
Josshu partió en peregrinaje de templo en templo hasta el día en que llegó al monte Nansen. En el monte Nansen había un templo en el que oficiaba un maestro del mismo nombre: Nansen. Su primer encuentro con su maestro es muy célebre. Nansen estaba acostado en la cama, en su habitación. Josshu entró para tener el primer encuentro con él y el maestro Nansen le preguntó de dónde venía.
— Vengo del templo del Buda de pie.
Era un templo muy célebre en China, donde había una gran estatua.
—Entonces, ¿ha visto la estatua del Buda de pie? —le pregunta el maestro. Y Josshu le dice:
—No veo la estatua del Buda de pie, sino la del Buda acostado.Entonces Nansen, bastante contento, le pregunta:—¿Es usted un novicio que tiene un maestro o uno que no lo tiene?
—Soy un novicio que tiene un maestro –Josshu le respondió.
—¿Dónde está tu maestro?
—A pesar de la frescura intensa de la primavera precoz, me atrevo a decirle que su honorable cuerpo respira buena salud.
Nansen llama entonces al responsable de los monjes, el shusso, y le dice: “Dale a este novicio un lugar especial en el dojo”. Dicho de otro modo, el maestro y el discípulo se encontraron. De hecho, la historia cuenta que no había recibido la ordenación de monje de su primer maestro, sino solamente la ordenación de Bodhisattva. Cuando encontró a Nansen, recibió los preceptos de la ordenación de monje. Después de esta ordenación, escuchó que su primer maestro se había ido a Hukkyo, al oeste de la provincia, y decidió encontrarle para presentarle sus respetos. El maestro, tras escuchar la noticia, le envío una carta a la familia de Josshu. La carta decía: “Un hijo de la casa ha vuelto de sus viajes.” Entonces la familia, en extremo contenta, vio acercarse el encuentro con Josshu. Cuando Josshu se enteró, dijo: “Decididamente, no hay término para el polvo del mundo y las redes del amor. Rechacé todo eso y me fui de todo hogar. No deseo verlos de nuevo.”
Esa misma noche hizo sus valijas y se fue. Y nunca más volvió a encontrarse con su familia. Aún después de haber cumplido 60 años, sabía que no hay fin jamás para el apego, para los apegos humanos, para el amor.
En la India era igualmente costumbre estudiar cuando se era joven, hasta los veinte, veinticinco años. Estudiaban, estudiaban. Luego se casaban. Amaban, creaban una familia, hijos. Trabajaban, mantenían a la familia, trabajaban. Y luego, cuando los niños eran grandes, independientes, se entregaban a la vida religiosa. Ése era el esquema ideal. El recorrido perfecto, sin falla. Pero en el mundo actual, muy desordenado, muy caótico, donde las tradiciones profundas han desaparecido, el recorrido de una vida es más difícil. Ya en el Shukke Kodoku, escrito por el Maestro Dogen, que se inspira mucho en la enseñanza de Nagarjuna (un gran maestro indio del siglo séptimo después de Buda), se encuentran también las mismas preguntas que nos planteamos actualmente, hasta en mundos totalmente anclados en una tradición familiar y religiosa. Hay mucha gente que pregunta: “¿Cuál es la diferencia entre la ordenación de monje y la de Bodhisattva? ¿Qué quiere decir recibir la ordenación de monje?”
Sábado 28/10/2000, 20h30
La transmisión recibida por el Maestro Deshimaru de Kodo Sawaki consta de tres puntos, tres elementos: el zazen, con todo lo que implica. El zazen es… infinito. Shukke. Entonces ¿qué es recibir la ordenación de monje? ¿qué es ser un monje? Y el kesa. El kesa es justamente el símbolo del zazen y del monje. Estos tres elementos son la esencia misma del Budismo transmitido. Es muy vasto y al mismo tiempo muy simple, pero cada uno de estos elementos es tan inmenso que nos damos cuenta que hasta una vida, por la verdadera vía del budismo transmitido, es más bien pequeña para realizar ni tan siquiera una sola parte.
Los tres elementos hacen uno solo. Es por eso que el maestro Kodo Sawaki decía: “La mayor felicidad de mi vida es el cráneo afeitado, vestir el kesa, hacer zazen”. Se resumía en esto. Es la mayor dimensión, la mayor felicidad, el mayor logro de mi vida. Ésa es la enseñanza de Kodo Sawaki, repetida muchas veces. Esa enseñanza lo contiene todo. Si comprenden esa enseñanza, comprenden el zen. Entonces, muchos piensan, haciendo zazen: un día llegaré a tener el satori y a volverme un maestro, a resolver el problema profundo de mi vida. ¡Y ése es incluso un deseo de una gran dimensión! Pero Kodo Sawaki dice: “El mayor logro de mi vida es tener el cráneo afeitado, vestir el kesa y hacer zazen.” Ya no buscaba nada más. Es el primer koan, la primera enseñanza extremadamente profunda y difícil de concebir. Nos decimos: “Bien, yo tengo el cráneo afeitado, tengo un kesa, hago zazen y oh la la… ¿a qué hora terminamos?. No tengo en absoluto la impresión de realizar algo tan importante. Me duelen las piernas, me gustaría que el zazen se terminara para poder hablar, decir algunas tonterías, fumar un cigarrillo.”
Volverse un verdadero monje, decía Sensei, es muy difícil. Dejar a la familia… no sólo a la familia, porque queremos dejar a nuestra familia cuando nuestra mujer comienza a volverse gorda, fea, y los hijos nos molestan. Dejar a la familia es algo mucho más profundo. Dogen dice: “Pero no, al contrario, es mucho más fácil practicar la Vía cuando hemos dejado a nuestra familia, cuando somos shukke, cuando uno es un verdadero monje”. Y Sensei agrega: “De todos modos, para los que reciben la ordenación y luego se dejan crecer los cabellos, se casan y caen en las dificultades, es a veces aún más difícil que para la gente que jamás ha recibido la ordenación, ni ninguna otra cosa”. Tarde o temprano, luego, los méritos de la ordenación reaparecerán.
También Nagarjuna certificó que es preferible ser un monje que se equivoca, que cae en el infierno, que ser un laico. Obviamente, es preferible ser un verdadero monje realizado. Aunque se trate de monjes de estación, de monjes momentáneos, de monjes por un mes, por una estación, por un año, por diez años, no les critiquen. Deben respetar el hecho de que tengan el mérito de recibir la ordenación. Tampoco critiquen a los que respetan el kesa. Sensei decía: “Hay muchos monjes, pero realizar realmente shukke es muy difícil. Entonces, ahora hay muchas categorías de monjes: monjes caracoles, monjes charlatanes, monjas seductoras, monjes amigos, monjes pulpos, monjes verduras del tiempo”. Dogen dice que es muy difícil. Nagarjuna dice que es muy fácil. Sariputra también dice que es muy difícil.
Alguien le pregunta a Sariputra:
—¿Cuál es el camino más difícil entre todos los dharmas de los Budas?
Sariputra responde:
—La ordenación de monje es el más difícil.
—Pero ¿qué es lo difícil para un monje?, le pregunta otra vez.
Entonces contesta: «Es difícil gozar de las alegrías espirituales interiores. Los dones espirituales, las alegrías espirituales, no se reciben sino después de muchos esfuerzos».
Por el contrario, cuando reciben la ordenación, si se equivocan, seguro sufrirán. Quiero decir que se darán cuenta rápidamente de su error. Hay quienes hacen el mal toda su vida y se sienten bien, pero si ustedes han recibido la ordenación, caerán muy rápidamente en el infierno si hacen el mal. Era la famosa discusión de la monja Rengeshiki, que dijo: “ Si han recibido la ordenación de monje, aunque caigan en los bonos, esos bonos les harán realizar el satori”.
Así que esta famosa monja les decía a las prostitutas:
—Vuélvanse monjas.
—¡Pero no tendremos más libertad si nos volvemos monjas!
Y Rengeshiki:
—Vuélvanse monjas y violen los preceptos. Aunque caigan en el infierno, encontrarán a muchos practicantes de la vía.
En la historia de la enseñanza del Buda, cada uno tiene su propia historia que vivir y más tarde que contar. Ninguna historia se parece a otra, y al mismo tiempo todas son parecidas. Y la historia de la ordenación empieza el día de la ordenación de monje. Hay que tener paciencia, purificarse, a veces hundirse, y al final hacer grandes esfuerzos, tener muchas veces el satori, antes de apreciar las alegrías espirituales interiores.
Deshimaru le pidió toda su vida a Sawaki:
—Quiero volverme un verdadero shukke.
Era fuerte Deshimaru. Kodo siempre lo rechazó:
—No, cásate, crea una familia, trabaja y dame dinero. Ayúdame.
—No es fácil tener una vida de shukke. Mi esposa quería dormir, de modo que me quedaba en la cama en lugar de hacer zazen.
Y Kodo decía: «Es mejor estado de espíritu querer hacer zazen, que hacer como los monjes profesionales que duermen sobre su zafu».
No se pueden separar los bonos del despertar. No se puede operar una transformación por voluntad exterior, mecánica. Por lo tanto, el trabajo es largo antes de apreciar los méritos de las alegrías interiores, que Kodo llama el más alto éxito de su vida.
Estiren bien la nuca, respiren. Pueden inspirar también hasta los pulmones en la parte superior del cuerpo. De vez en cuando exhalen haciendo bajar la energía por debajo del ombligo. Deben ventilar su cuerpo como cuando se abren las ventanas, y hacer entrar un poco de aire.
Domingo 29/10/2000, 11h
Entonces, la monja Rengeshiki va por la calle y les dice a las prostitutas:
—Vuélvanse monjas, reciban la ordenación.
Y la prostitutas le contestan:
—Pero es imposible. Si nos volvemos monjas, no podremos follar, no podremos hacer lo que queramos. Y si lo hacemos, caeremos en el infierno.
—No importa que caigan en el infierno. Reciban la ordenación. Aunque violen los preceptos, es preferible eso que seguir así.
Y entonces les contó: «En una existencia anterior, yo era como ustedes; una mujer mala, sin escrúpulos, aprovechadora. Obviamente, me aprovechaba de mi belleza, de mi encanto. Lo que quería era tener dinero, gustar, divertirme, aprovechar (lo que, por otra parte, hacía). Fui también una gran bailarina. Un día, un monje cruzó la calle y, para burlarme de él, le quité su kesa, me lo puse y bailé con él puesto. Obviamente, a primera vista no fue una buena acción hacer eso, haberme burlado de ese monje. Pero el solo hecho de haber vestido su kesa ha cambiado completamente mi karma. Gracias a ese mérito, en la vida siguiente pude obtener la ordenación de monja. A pesar de todo, en mi vida siguiente fui extremadamente bella, y a pesar de haber recibido la ordenación, creé complicaciones, karmas complicados, y caí de nuevo en el infierno. De nuevo creé mal karma, hice sufrir, mentí, robé. Después morí, y aún muerta estuve en los infiernos, en los malos destinos. Pero gracias al mérito de la ordenación, en una vida siguiente pude encontrar al Buda Shakyamuni, y pude recibir de él, de nuevo, la ordenación de monja. Y en el mismo instante en que recibí la ordenación de monja, todo mi karma pasado volvió a mi memoria. Obtuve los diez poderes mágicos y el despertar más alto, el despertar de harakan. Por eso les digo: el kesa y la ordenación son méritos que no pueden disminuir.»
Ahora no hay tantas diferencias, no hay tanta separación entre el mundo de la ordenación, de los monjes, y el mundo laico. Frecuentando el mundo laico podemos tomar conciencia de la dimensión de nuestra ordenación, de la dimensión de nuestra práctica, podemos ser eficaces como bodhisattvas, podemos ayudar a los demás. La relación entre estos dos mundos, el mundo social y el mundo de los monjes, puede ser muy fructífera. El mundo del karma también. Aunque trabajemos en lo social después de haber recibido la ordenación, nos casemos, tengamos niños, nuestra vida laica tendrá algo diferente si seguimos zazen, si seguimos la práctica. Nuestra vida tendrá una dimensión diferente que la de la gente ordinaria, se volverá ella misma la practica de la Vía.
Y entonces, una vez recibida la ordenación de monje, Josshu nunca volvió a encontrarse con su familia. Cogió su bolso y desapareció para siempre.
Domingo 29/10/2000, 20h30
Josshu dice: “No hay final para los polvos del mundo y las redes del amor. Así que, como los he rechazado y dejé el hogar, no quiero verlos de nuevo”. Entonces, cogió su bolso y se fue.
Sensei lo menciona como ejemplo de gyoji. El gyoji es la obra de una vida. En general, por la repetición de la práctica o por el desarrollo de una de sus cualidades, o por la renuncia al karma. Antes, las reglas monásticas eran terriblemente duras en la India. Cuando se recibía la ordenación de monje, no se tenía ya el derecho de hacer esto o aquello, no se comía carne, no se miraba a las mujeres, no se miraba la televisión, no había ordenadores, no se iba al cine, no se bailaba, no se podía ganar dinero ni hacer otra cosa que rezar y practicar la Vía. Es por eso que Nagarjuna dijo: “La vía de shukke es muy difícil; lleva tiempo descubrir la recompensa de zazen”. Realmente, la felicidad de zazen. Entonces, esperando esta felicidad, había que tener un gran rigor y muchas prohibiciones durante un tiempo largo. Así eran las cosas en la India. Aunque las raíces son las mismas, la vía ha evolucionado.
Sensei decía siempre: “Aquí y ahora es importante”. Integren la práctica a la vida, a sus propios bonos, a sus propias ilusiones. De hecho, todo eso está concentrado aquí y ahora: el abandono de la familia, la zambullida en el infierno de Regenshiki, la salvación por el Buda; todo eso está repetido a través de nuestra vida, a través de nuestra práctica; repetido, digerido, entendido.
Entonces, después, el monje Josshu viajó a través de toda China. Y dijo: “Si encuentro un niño de siete años que tenga algo que mostrarme, una sabiduría que enseñarme, lo respetaré y lo escucharé humildemente. Y si encuentro una persona de cien años a quien pueda enseñarle algo, se lo enseñaré”. Se cuenta la historia de Josshu, su peregrinación a través de todos los templos, en donde encontró a los más grandes maestros. Se cuentan sus diálogos con los maestros, sus mondos. Hay una historia de esa época que me interesa justamente en este momento, por su tema, y de la que ya les he hablado.
Hubo un monje en esa época en el sur de China que le preguntó al maestro Seppo:
—¿Qué pasa cuando el agua del río ancestral está fría?
—A pesar de que abres bien los ojos, no ves la raíz, no alcanzas la raíz –Seppo contestó.
—¿Y qué del que bebe esa agua? –le preguntó entonces el monje.
—Si no la toma con la boca, no la bebe con la boca.
Y Josshu, que había escuchado la historia, dijo:
—No la toma con la boca. La toma con la nariz.
El monje preguntó otra vez:
—¿Qué pasa cuando el agua del antiguo río esta fría?
—Es dura, es amarga –dijo Josshu.
—¿Y qué del que bebe esa agua?
—Ya está muerto.
Al escuchar las palabras de Josshu en respuesta a las preguntas, Seppo se puso contento y dijo: «¡Ah! ¡Ése es un viejo Buda, es un viejo Buda!» Y no añadió nada a las palabras de Josshu.
Cuando reflexionamos sobre este mondo nos preguntamos qué quiere decir en realidad. Se trata de zazen, de la energía y de la respiración. El agua del antiguo río, o del viejo río, o del antiguo valle, es la energía cósmica profunda. Cuando estamos en zazen somos como un árbol con su raíces profundas. Cuando podemos captar esa agua del antiguo río, el zazen se vuelve mucho mas fácil. Es por eso que Seppo dijo: “Ese agua no se bebe con la boca”. No es agua común. No quiso decir que se pudiera beber con la nariz. En efecto, durante zazen podemos beber ese agua con la nariz. Y cuando ese agua esta fría quiere decir que no está despierta, no está siendo utilizada, está adormecida.
Entonces, el maestro dijo: «pues es duro. El zazen se vuelve duro, amargo». Y cuando el monje dijo: «háblame del que bebe esta agua», el maestro contestó: «ya esta muerto». Lo que quiere decir que está más allá de la vida y la muerte. Sensei decía a menudo: hacer zazen es entrar en su ataúd. No es el lado negativo de la muerte, es el lado eterno del espíritu.
Seppo lo explica bien. Cuando el monje preguntó: «¿Qué hay cuando el agua del antiguo río esta fría?», Seppo le dijo: «Aunque tienes los ojos muy abiertos, no ves la raíz.»
Me acuerdo de una historia en la que se le pregunta a un maestro: “¿Qué es la respiración? ¿Cómo describe usted la respiración durante zazen?”. Y el maestro dijo: “Cavar un túnel en una montaña de ignorancia”.
La primera vez que leí esa historia, para traducirla, me dije: “No entiendo nada, ¿que está diciendo? Bueno, esta parte no la traduzco, no sé a dónde quiere ir con su historia del río”. Luego, haciendo zazen, me di cuenta de que era la historia que más me interesaba. En ese momento leí el sutra de Anapasati, la enseñanza del Buda a propósito de la respiración. Se dice que el Buda alcanzó el más alto despertar gracias a la respiración, la más grande dimensión del despertar del Buda tuvo lugar a través de la respiración.
La enseñanza que da el Buda es muy simple. Se dice que para el que practica zazen, la concentración sobre la respiración consiste en poner su conciencia en la respiración; eso quiere decir ser consciente de la respiración. La conciencia se vuelve respiración. La respiración no es pensamiento, la respiración no es el cuerpo, la respiración no es sólo espíritu: es el vínculo viviente entre materia y vacío. Cuando hacen zazen, su respiración se vuelve conciencia, es como si pudieran tocar el espíritu.
Hay otra historia también que habla del río. El discípulo dice: “Para ir a buscar agua al río hace falta que el cucharón sea largo porque el río es profundo”. Cuando uno se concentra sobre la respiración, el pensamiento ya no es complicado en absoluto. No es más complicado que cuando tomamos un vaso de agua y lo bebemos. Y esa respiración cargada de espíritu es una energía formidable.
Lunes 30/10/2000, 11h
Después de sus peregrinaciones, el maestro Josshu se instaló en un templo. Y no cesó de hacer zazen en un viejo dojo, todo lleno de polvo. No había alfombra en la entrada, ni alfombra en el frente, pero eso no le molestaba. Se comía poco, las comidas eran ligeras, se practicaba zazen la mayor parte del tiempo, silenciosamente. El Maestro Josshu les decía a sus discípulos: “Si su vida no está separada de Shorin —refiriéndose a la cueva de Bodhidharma, Shorin-ji, quiere decir: no separada del dojo, de la sangha—, si se quedan concentrados, silenciosos, aunque algunos los critiquen, los traten de sordos y mudos o se pongan en su contra, de todos modos pueden igualar la rectitud de los Budas innumerables”. El Maestro Dogen escribe en el Bendowa: “Cuando siguen a la sesshin, a la sangha, sea que se muevan o se queden en reposo, sus acciones deben estar en unidad con las de los otros discípulos. Así, hasta la muerte no estarán separados de Shorin, del dojo, del templo, de la sangha. No hay ningún beneficio en desear elevarse encima de los otros”. Cuando se emplea la palabra sangha, quiere decir hacer zazen.
Entonces Josshu continuó haciendo zazen, y un día se rompió el pie de su silla de maestro. Recogió un trozo de madera medio quemado y lo ató al pie de la silla con un trozo de cuerda. Una vez, un discípulo quiso reparar la silla y fabricar un pie nuevo, pero el maestro no lo autorizó: “es suficiente así, está firme, está bien; hagan zazen, es mejor”. Era muy especial, y difícil de seguir. Aunque en su templo la vida era muy pobre, jamás en cuarenta años envió a un mensajero para pedir ayuda a los laicos.
Un día, el rey de la provincia de Yen condujo a sus tropas para invadir la provincia de Tchao. Cuando el rey reunió sus tropas en la frontera, dijo:
—¿Hay en esta provincia algún hombre santo? ¿Hay algún hombre santo que viva aquí?
Un anciano que estaba cerca de la frontera le dijo al rey:
—En esta provincia hay un hombre santo, y si hace usted la guerra, sin duda será vencido.
Como consecuencia de esta historia, el rey de Yen y el rey de Tchao negociaron y alcanzaron un acuerdo de paz. Luego el rey de la provincia de Yen preguntó:
—¿Parece que en este lindo país, en esta bella provincia, se encuentra un hombre muy sabio?
Entonces alguien le dijo: “Más o menos a ciento cincuenta kilómetros de aquí se encuentra un maestro zen que practica sin interrupción desde hace muchos años. Creo que es realmente el hombre más sabio de nuestra provincia”. Los dos reyes se pusieron en marcha hacia el templo, con el fin de visitar al maestro. Cuando llegaron a él, Josshu estaba sentado en zazen y no se levantó para recibirlos. Envió al shusso a que les dijese: “¡Chisst!, ¡chisst!. Estamos haciendo zazen, no nos molesten”. Cuando terminaron el zazen, Josshu autorizó a los dos reyes a visitarlo. Entonces el rey de Yen preguntó:
—¿Usted es como el rey de los hombres o como el rey del dharma?
Josshu contestó:
—Si soy el rey de los hombres, soy el más honrado de los hombres. Si soy el rey del dharma, soy el más honrado de los reyes del dharma.
El rey de Yen quedó muy impresionado. El maestro continuó zazen tranquilamente durante un momento y preguntó:
—¿Cuál de ustedes dos es el rey de Tchao?
Entonces el rey de Tchao se presentó. El maestro le dijo:
—Lo siento verdaderamente, pero estaba completamente absorbido en las montañas y los ríos. No he tenido tiempo de presentarles mis respetos.
Entonces los servidores de ambos reyes le pidieron a Josshu que le enseñara el dharma al rey. Josshu contestó:
—Sí, pero los servidores de los reyes son muy numerosos y no tengo ganas de exponer el dharma en estas condiciones.
Los reyes ordenaron entonces a los servidores que se fueran. Josshu dijo algo a su pequeño secretario, su jissha, y el jissha dijo a los reyes:
—Debo informarles que los que se han ido no son servidores, de modo que pueden regresar.
Los hicieron regresar. Entonces un rey, uno de los reyes, preguntó:
—¿Qué es un servidor?
Josshu dijo:
—De hecho, los nombres honoríficos de los reyes son numerosos, y es por eso que no me decido a exponer el dharma.
—Pido encarecidamente al maestro que no se ocupe de nuestros nombres y que exponga el dharma –dijo el rey entonces. Y Josshu:
—Es bien conocido que los reyes de los tiempos pasados en sus dos reinos, tanto el de Tchao como el de Yen, eran enemigos del pueblo y cometieron muchos crímenes. Si menciono una vez el nombre del Buda, honrado universalmente, los pecados de sus dos reinos serán expiados y las bendiciones surgirán. Pero fue debido a que sus ancestros fueron hombres que usaron mal sus nombres que las diferencias entre ustedes aparecieron. A pesar de ello, acepto enseñarles el dharma.
Entonces, les enseñó durante numerosas horas. Cuando hubo terminado, los reyes saludaron hasta el suelo y le agradecieron ampliamente. Al retirarse, estaban infinitamente agradecidos. Ambos regresaron a sus reinos, y la historia de la entrevista fue contada a través de los tiempos.
Uno de los capitanes del rey de Yen escuchó la historia. Era un capitán estilo samurai. Se enteró de que el maestro ni siquiera se había levantado cuando llegaron los reyes y se dijo: “¡Eso no puede ser!”. Saltó sobre su caballo y cabalgó los ciento cincuenta kilómetros para ir al templo e insultar al maestro. Llegó temprano en la mañana y entró en el templo atravesándolo en todos los sentidos.
—¿Dónde está el maestro? ¿Cómo se atrevió a no levantarse delante de los señores reyes?
El maestro escuchó eso y salió para hablar con él. Entonces el capitán le dijo:
—¿Dos reyes llegaron hasta aquí y usted ni siquiera se levantó para saludarlos? Y yo llego y soy solamente capitán, ¿cómo es que ha venido a saludarme?
—Si hubiera tenido la posibilidad de llegar aquí como un rey, tampoco me hubiese levantado a saludarlo. Pero como ha llegado usted como un vulgar capitán, pues me he levantado.
Cuando el capitán escuchó estas palabras, hizo sampai y se fue.
Martes 31/10/2000, 7h30
Sigo la historia de Josshu. Poco tiempo después, el rey de Tchao envió un mensaje invitando al maestro a un gran banquete. Cuando el maestro llegó a la puerta de la ciudad, todos los habitantes vinieron a su encuentro y lo guiaron respetuosamente. Una vez en el centro, lo condujeron al palacio real en un tiro de caballos. Apenas llegado ante el palacio, el rey salió para saludarlo. Lo llevaron adentro y el rey lo hizo sentar en su propio trono. El maestro se sentó tranquilamente y durante un momento, tapando sus ojos con la mano, miró alrededor de la sala y dijo:
—Ustedes que están ahí al pie del trono, ¿quienes son sus subintendentes?
Un servidor del rey contestó:
—Los sacerdotes de todos los templos, así como los grandes Maestros y los hombres sabios de todas partes, son nuestros subintendentes.
—Cada uno de ellos es maestro de una manera de enseñar. Si estuvieran al pie del trono, me levantaría y me quedaría de pie –dijo el maestro.
Entonces el rey envió órdenes con el fin de que todos los monjes viniesen al palacio. Ese día, al final de la fiesta, todos los monjes y los oficiales se colocaron en orden, desde los sillones de delante hasta los del fondo. Y cada uno, a su turno, hizo una pregunta. Luego, al final, un hombre hizo una pregunta con relación al dharma. El maestro lo miró y dijo:
—¿Qué estás haciendo?
—Pregunto respecto al dharma del Buda.
—Yo, aquí, estoy sentado. Usted, allá, hace una pregunta. ¿Qué es el dharma? Dos maestros no enseñan uno al lado del otro.
El rey puso fin a las preguntas. La reina le pidió al maestro que pusiese la mano encima de la cabeza del rey y lo bendijese. El maestro lo hizo y dijo: “Rezo para que el rey pueda vivir hasta alcanzar un edad igual a la mía”.
Luego el maestro fue escoltado hasta un viejo templo cerca del palacio. Se le pidió que eligiese un terreno para la edificación de un nuevo templo. Cuando el maestro lo escuchó, le ordenó a un hombre que le dijese al rey que si una brizna de hierba, una sola brizna de hierba, fuese molestada, se marcharía del estado de Tchao. En ese momento, un soldado de nombre Tan hizo donación de un gran jardín con grandes árboles de inmenso valor; un terreno magnífico. Se construyó un templo y se le dió el nombre de Shin Zai Zen. Cuando el Maestro tomó residencia en él, fueron a instalarse muchos monjes.
Más tarde, el rey de Tchao, que se había vuelto amigo del rey de Yen, recibió de este un kesa violeta. El rey de Yen lo había enviado para que se lo regalara al maestro. El rey entonces fue al templo. Todos salieron a su encuentro de la manera más respetuosa, pero el maestro se negó en firme a hacerlo. El rey envío un mensajero con una caja. Éste se presentó ante el maestro y dijo:
—En nombre del dharma del Buda, el rey pide humildemente al maestro que lleve esta ropa.
—En nombre del dharma del Buda, no llevaré ese kesa –el maestro contestó.
—Pero, Maestro, debería usted llevarlo por respeto al rey.
—Y entonces, –dijo el Maestro, ¿qué trabajo me van a dar en la administración?
El rey vino en persona y puso el kesa sobre los hombros del Maestro. Le brindó homenaje e hizo sampai. El Maestro asintió con la cabeza.
Josshu permaneció dos años en ese gran templo. Cuando estaba a punto de morir, reunió a sus discípulos y dijo: “Después de mi salida del mundo y mi cremación, que no se lleven ninguno de mis restos. Los monjes zen no son iguales a la gente del mundo. El cuerpo es un fenómeno aparente, ¿de dónde nacen los restos? Así pues, eso no puede permitirse”.
El maestro ordenó a uno de sus servidores que cogiese su bastón de monje y se lo llevase al rey, con estas palabras: “No he acabado de usar éste antes de mi muerte”. El décimo día del undécimo mes lunar del año 897, el maestro tomó la postura de zazen y falleció. En ese momento, los monjes, los laicos y todos los otros, en número de diez mil, llenaron el jardín de la familia Tan. El sonido de su llanto llenó los prados.
Mondo
Pregunta 1:
Has hablado de esta conciencia de la respiración. Yo tengo un bloqueo a nivel del corazón. ¿Hay algún vínculo, alguna relación entre esta conciencia de la respiración y nuestras acciones, nuestro comportamiento? Y segunda pregunta: ¿cuáles son los ingredientes de esta conciencia de la respiración?
En el Zen no se enseñan en detalle ejercicios específicos de respiración, sino que Sensei nos enseñó a concentrarnos sobre la expiración y a concentrar la energía debajo del ombligo. Es muy específico del zen, no es el único maestro que enseñó eso. La respiración es de hecho la materialización del espíritu. No sabemos qué es el espíritu, no podemos asirlo, pero sucede lo mismo con la existencia, con el ser. Y la materialización del espíritu, la manera de ver el espíritu es a través de la respiración, es decir de este flujo continuo entre inspiración y expiración. El Maestro Ejo, el discípulo del Maestro Dogen, dijo: “Cuando el flujo entre inspiración y expiración es armonioso, entonces sobre el zafu no queda más que el peso de una llama”. Eso quiere decir que el cuerpo es espíritu. Por eso la respiración es importante. Justamente en zazen llegamos a desbloquear todo nuestro ser, es decir, a volvernos un buda de hecho, sin karma. Pero en cuanto paramos zazen y vamos a la vida cotidiana, allí está nuestro karma, muy fuerte. Nacemos con un karma muy fuerte. Del maestro Deshimaru se podría decir que bajó hasta el infierno para ayudar a los pequeños europeos. El nos decía: Siéntense ahí, hagan zazen. Puede decirse que nos hemos forzado como diablos a hacer zazen y poco a poco, a lo largo de la práctica, hemos tomado conciencia de muchas cosas, y especialmente de nuestro karma. Poco a poco, por la conciencia de zazen, podemos efectivamente liberar los bloqueos del cuerpo y de ciertas partes del cuerpo.
Hablas del corazón, y hay textos que dicen que de hecho el corazón es lo mas importante de todo el cuerpo. En el zazen estamos muy acostumbrados a concentrarnos debajo del ombligo; es la fuerza. Hay una sola palabra para decir corazón y espíritu en los textos antiguos chinos. Y se dice que si el corazón se desbloquea, todo el resto del cuerpo se desbloquea; todos los chakras. Los chakras son centros de energía que van a lo largo de todo del cuerpo, desde justamente el punto situado sobre el zafu hasta la cima del cráneo. Son centros de energía, centros de conciencia. Podemos entender que la conciencia del punto situado sobre el zafu y la conciencia de la cima del cráneo no es la misma, pero es aún nosotros mismos. La conciencia del corazón está situada un poco por encima de donde ponemos las manos en kin-hin y es muy importante al nivel de la respiración, porque es la respiración torácica y la apertura a la vida: cuando abrimos el corazón estamos mucho más abiertos a los otros en un sentimiento amoroso. Entonces es muy importante igualmente este chakra y cuando amamos, cuando hay un intercambio libremente con la gente, cuando abrimos esta parte del cuerpo gracias a la respiración, los otros también se abren y los otros chakras se liberan igualmente. Se dice en el Taoísmo que el corazón es el emperador. Entonces, es el que lo dirige todo. Es importante.
Las enseñanzas del Buda con relación a la respiración son siempre enigmáticas, pero son muy, muy, muy simples. Él dice: “Tomen conciencia del aire que entra en ustedes y del aire que sale de ustedes, tomen conciencia de la inspiración, de la expiración, estén totalmente dentro”. Él dice simplemente: “Sean conscientes de su respiración. Cuando el aire penetra, sean completamente conscientes. Cuando el aire sale, sean completamente conscientes”. Esta conciencia sola nos enseña a tener experiencia, a entender el mensaje que está dado directamente por nuestra respiración. Porque hay cosas que no se pueden explicar.
Opino que nuestra evolución en el seno de zazen es infinita. Hay maestros que se han comido la cabeza toda su vida porque algunos decían: el despertar del zazen es súbito (es decir, inmediato), y otros: no, el despertar del zazen ocurre por etapas, se progresa, existe un progreso. Entonces los partidarios de la escuela súbita y los de la escuela del progreso se peleaban. Luego, podemos decir que el despertar es súbito, pero podemos decir igualmente que es gradual. Aunque el despertar sea súbito, hay igualmente un despertar progresivo y hay una evolución infinita en el seno del zazen. Es innegable.
Entonces, la manera de liberar su karma, de liberar su postura, su respiración, debe ser, desde mi punto de vista, especifica de cada uno. Según el karma, según los problemas específicos que tenemos. Si yo enseño lo que realmente siento, con detalles, por ejemplo, a otras personas, no van a entender nada de lo que estoy diciendo y no sé si podrán ponerlo en práctica. Hay ciertas cosas que se pueden explicar, pero no tanto. Más se explica, menos al final la gente entiende. Luego, es bastante difícil hablar de la respiración. Pero ahora entiendo la enseñanza de Deshimaru. Es una enseñanza universal que nos enseña a reunir sin cesar la energía debajo del ombligo, a tener el reflejo de reunir esta energía. Eso es fundamental, porque después se puede experimentar todo lo demás sin peligro, porque tenemos tan incorporado el hábito de practicar esta respiración de la vaca, de centrar la respiración debajo del ombligo, que sea lo que sea lo que hagamos, siempre vamos a regresar a esta respiración, siempre vamos a regresar al centro, siempre vamos a estar bien clavados en nuestra postura. Eso es muy, muy importante. Creo que si explico cosas sobre la respiración a alguien que no conoce nada, en presencia de principiantes que conocen poco, que están descubriendo, que todavía no tienen el centro desarrollado, que no tienen todavía la fuerza debajo del ombligo desarrollada, van a estar totalmente perdidos.
Pregunta 2:
Entiendo bien por qué el budismo inventó todo el ciclo de las reencarnaciones. Yo no creo en eso. Creo que tengo solamente esta vida para volverme un verdadero bodhisattva para los demás. Pero también creo que nunca llegaré. Me pregunto si es inevitable morir con este koan o si hay en el espíritu un remedio para resolverlo.
Primero, encuentro muy bello eso de salvar la humanidad. Pero en realidad no ocurre como lo creemos. Salvar a la humanidad objetivamente, nadie sabe si se alcanzará o no. Estuve mucho tiempo obsesionado por el hecho de salvar a la humanidad, pensando: sí, con el zazen, voy a salvar a la humanidad —un poco exteriormente. Sí, el zen es un medio para salvar a la humanidad. He descubierto que la humanidad está en nosotros mismos, está en uno mismo. Entonces, el camino es descubrir que la humanidad está en uno mismo. Tal como es. Y practicar con esta conciencia, progresar con esta conciencia. Creo que es la vía más eficaz. Pero es tan misterioso saber cuál es el vínculo entre humanidad objetiva y humanidad interior. No es controlable, no es fácil. Justamente porque la vía del zen es para volverse un Buda. La vía del zen es volverse Buda.
Pero a mí lo que me interesa es volverme un bodhisattva.
Yo tenía un amigo, discípulo de Deshimaru, que me decía: “Deshimaru es un bodhisattva, yo soy un Buda para mí mismo, me da igual, me voy a ir solo a una cueva, haré zazen y moriré y ya está y no quiero salvar a los demás”.
No hay diferencia entre Buda y bodhisattva. Para volverse un Buda se debe tomar la vía del bodhisattva. Estás diciendo: quiero volverme un bodhisattva, no quiero volverme un Buda, pero querer volverse un Buda es la vía del bodhisattva, ¿entiendes? Por supuesto, siempre hay cosas objetivas que hacer, en el exterior, pero, desde mi punto de vista, la verdadera vía está en el interior. Efectivamente, podemos dudar de que lo alcancemos en esta vida, por ejemplo. Creo que se puede dudar pero al mismo tiempo hay que creer.
De la historia de las reencarnaciones, por ejemplo, no sabemos. Pues hay que creer en eso, sin creerlo. No hay que creer en eso al pie de la letra, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que esta existencia que tenemos en nosotros es eterna. Entonces, hay ya una noción de reencarnación. Y si es eterna, es eterna aquí y ahora, pero en el pasado y en el futuro también. En todos los textos tradicionales, cuando se habla del bodhisattva, se habla de la carrera del bodhisattva que dura mucho, mucho tiempo, en que pasa por todas las purificaciones, por todas las evoluciones para llegar al estadio de su último nacimiento. Bueno, es algo bastante misterioso, pero creo que tener la suerte de poder practicar zazen es ya algo enorme. No se le pide a nadie que crea ni tampoco que dude. Sensei no hablaba mucho de la reencarnación, es algo tibetano, desarrollado en el budismo tibetano. Sensei decía: no lo afirmamos, no lo negamos. Quiere decir: no hay que ser “ismo”, ser extremista. Dijo: Negar la reencarnación es estúpido, pero afirmarla y creer en ella al pie de la letra es estúpido también.
Concentraos aquí y ahora, tratad de continuar zazen, de cuidarlo en vuestra vida por todos los medios posibles, ya sean medios sociales, ya sean personales, ya sea incluso por vuestra higiene alimentaria, haciendo deporte, incluso algunas terapias, leyendo, estudiando, ganando dinero, por todos los medios posibles cuidad el Buda que está en vosotros, que es la cosa más preciosa y seguid practicando de la manera más óptima, haciendo vivir el Buda que está en vosotros. Creo que es todo, es simple. Hay algo que no he dicho en relación al maestro Josshu: El decía: “Si siguen eso durante 20, 30 años, seguramente acabaran por entender, por despertarse. Si no es verdad, que me corten la cabeza”.
Así es, es todo, hay que seguir. Es un enseñanza muy simple. Todo lo otro, las dudas, las historias, las cosas, todo eso, hay que deshacerse o aprovecharlas. Sus dudas, eventualmente, usarlas para la práctica. Pero si no sirven para la practica, si no es algo que va a propulsarlos más lejos, tiradlas, no valen la pena. Hay que ser un poco inteligente.
De verdad, este Buda que volvemos viviente en el dojo por nuestra práctica, es un tesoro, hay que cuidarlo, aunque no lo entendamos, aunque seamos unos locos en la vida cotidiana; pero si podemos hacer zazen, hay que protegerlo. Y eso va a influenciar nuestra vida poco a poco, y poco a poco el Buda que está en el interior de nosotros va a darnos, en la medida que podamos aguantarlo, una enseñanza que va a cambiar nuestro karma. Porque el ser humano no quiere cambiar su karma, tiene mucho miedo de cambiarlo. Tenemos mucho miedo de nuestro karma. Y no tenemos ganas de desbloquear nuestro cuerpo, nuestra conciencia, no tenemos ganas de ver las cosas.
El Buda que está adentro nos va a dar, poco a poco, tanto como podamos aguantar. Si somos fuertes, nos va a dar golpes fuertes. Entonces, no hay que tener miedo. Creo que si seguimos zazen, aunque tengamos momentos muy difíciles (eso ocurre a cada uno, incluso al maestro, porque el maestro es un discípulo también) pues no hay que tener miedo, porque creo que el Buda nos da lo que podemos aguantar. Entonces, si recibimos un golpe muy fuerte, eso quiere decir que somos fuertes, muy fuertes. Recuerdo a Sensei, justo antes de morir, tenía ya cáncer de próstata y me di cuenta de que soportaba un angustia y un dolor terribles, que estaba totalmente solo en medio de todos sus discípulos y de toda su sangha, recibió un golpe de la vida enorme. Pero era terriblemente fuerte también. La última cosa que me dijo fue: “Yo, cuando supere esta prueba, regresaré y seré aún más fuerte”. En efecto: regresó todavía más fuerte bajo otra forma, invisible. Eso me hizo entender que había hecho la experiencia de atravesar cosas muy difíciles y las había superado, que había salido todavía más fuerte. Pues hay que verlo así, hay que tener confianza.
Pregunta 3:
¿Qué es o qué podría ser la visión de nuestra sangha en los próximos diez o veinte años?
No tengo idea. He ido incluso más allá del estadio de querer crear una secta. Para mi la sangha es zazen. Para mi la sangha es hacer zazen todos juntos, es todo. Eso es la esencia de la sangha. Es el corazón, hablábamos del corazón anteriormente. A partir de ahí, pueden crearse muchas cosas o no crearse nada. Tampoco tenemos la obligación de crear y de creernos que somos creativos. Si lo somos, tanto mejor. Por otro lado, igualmente creamos cosas que no sirven para nada. La sangha es estar sentados juntos en zazen. Hago frecuentemente zazen solo. Es cierto que hacer zazen solo es más tranquilo, no recibimos las proyecciones de los otros. Tiene ventajas hacer zazen solo, pero nunca será equivalente a hacer zazen en un dojo. Sé con exactitud lo que me importa en mi sangha, y es simplemente poder hacer zazen en un dojo, con otra gente sincera, que estén vueltos hacia sí mismos y que practiquen zazen. Sensei lo decía también: “Es gracias a mis discípulos que me levanto por la mañana, que tengo gyoji, porque estoy obligado, porque mi secretaria viene a buscarme, porque está la campanita; si estuviera solo, puede ser que me quedara en la cama”.
Es eso la sangha. ¿Qué se debe preservar? La práctica y la sangha en este sentido, poder seguir practicando juntos con un maestro, con los discípulos, un dojo, los tres tesoros. Es muy simple. Creo que eso lo tengo en mí y que incluso si me encuentro sólo siempre habrá estos tres tesoros, incluso solo. O bien practicaré con dos o tres. Entonces, el futuro de la sangha lo veo, como mínimo, que esté solo, y como máximo, que haya gente y que hagamos zazen juntos. Es todo. ¿Y quién sabe, quién sabe? Puede que sean diez mil personas, como Josshu. Había diez mil personas en su templo. Bueno, puede que no hubiera diez mil personas en zazen. ¿Pero eso qué cambia? Depende del karma. Hay que asumir lo que se presenta. Hay que asumir estar solo, como hay que asumir que sean diez mil. Pero de hecho no hay que tener miedo ni de lo uno ni de lo otro. El porvenir de la sangha para mí es aquí y ahora.
Pregunta 4:
¿Por qué se dice que un monje que va al mundo social va al infierno?
¿Quién dice eso?
En el kusen que has dicho, la monja decía a las prostitutas que…
No se trata de ir a lo social. Ella nunca dijo eso. Las prostitutas le dijeron: «Si recibimos la ordenación, recibimos los preceptos, y cuando recibimos los preceptos, debemos respetarlos. Si no los respetamos, nos vamos al infierno. Así que por eso es que no queremos recibir los preceptos, porque no queremos ir al infierno.» La monja dijo: «Pero es mejor recibir los preceptos e ir al infierno. No tengan miedo, porque es la vía del budismo, es la vía la más eficaz y la única para volverse Buda.»
Después, les cuenta su historia. No se trata de lo social. También podemos infringir los preceptos en el dojo. No hay que hacer categorías. Claro que en el dojo, cuando hacemos una sesshin, somos muy puros y cortamos de cierta manera con nuestros hábitos, con nuestro karma, nos volvemos muy puros, nos volvemos santos de hecho. Es cierto que cuando regresamos a casa, cuando retomamos el karma, o el trabajo, nos volvemos un hombre ordinario con tentaciones, como gastar el dinero, los deseos —voy a comprarme eso—, los deseos sexuales o los deseos de poder, o los conflictos en el trabajo, en la familia. Nos enfadamos y criticamos e infringimos los preceptos. Es mucho más difícil, es evidente.
De todas maneras, no hay que tener miedo. Sensei decía: “No hay que tener miedo tampoco del infierno”. No hay que tener miedo de eso. Porque quedarse siempre en lo alto de la montaña, queriendo permanecer puro, de hecho se vuelve un bono. Se vuelve incluso el peor de los bonos. Entonces, no se puede escapar de los bonos. Tanto cuando queremos curar nuestro karma, como cuando queremos cambiarlo. Debemos entender que no podemos curar nuestro karma exteriormente.
No podemos verdaderamente cambiar nuestro karma por la voluntad, puesto que nuestro karma es nosotros. Está afuera de nuestra voluntad y no sabemos de donde vino. No podemos saberlo. Incluso si hacemos terapias y eventualmente llegamos a ver en nuestras vidas pasadas, regresar hasta cinco, diez generaciones en el pasado, aunque pudiéramos hacerlo, ¿de qué nos serviría? Porque antes de las diez generaciones, habrá otras diez, y todavía otras diez más. No podemos encontrar la raíz del karma.
Entonces, no podemos cambiar nuestro karma por medio de la voluntad. No es nuestro pequeño ego quien va a decir: ahora se debe cambiar de raíz. Y cuando buscas la raíz, tampoco la encuentras. Si quieres permanecer completamente puro, aunque te quedes cien años en la montaña, no mires a una chica, no tengas ni un solo billete, comas solamente arroz integral, hagas únicamente zazen, no tengas ni un solo deseo, estés totalmente en calma, pues vas a bajar de tu montaña después de diez mil años, te vas a cruzar con una chica y vas a crear el mismo mal karma que diez mil años antes. Eso hay que saberlo.
No se puede separar pureza e impureza. Hay que encontrar una vía más allá. Ésa es la cuestión. Josshu muestra un ejemplo muy simple, un caso de escuela. Es como los holandeses jugando al fútbol, te hacen casos de escuela: pase a izquierda, centro, gol. Así la gente puede entender. Con los franceses es más sutil.
Josshu es el caso de escuela. Es decir: ha vivido su vida perfectamente, no se sabe qué hizo antes, no sabemos si era un bandido, un ladrón, si mató a alguien, no se habla de eso en su historia. Siempre se dice que a los sesenta años abandona todo apego a lo social y a la familia y hace una carrera impecable de discípulo y después hace una carrera impecable de maestro y muere a los 120 años, lo que es el súmmum de lo que un ser humano puede llegar a ser. Él está marcado, a grandes rasgos, como ejemplo. Porque, podemos entender, es un ejemplo.
Pero cada uno hace como puede. Deshimaru, que era un gran bodhisattva, como Vincent Vuillemin, quiso traer algo que salvase a la mayor cantidad de gente posible, no solamente a los monjes profesionales japoneses, que eran monjes de padres a hijos. Deshimaru sudó la camiseta, fue a ver a la gente con karma difícil, complicado, e intentó darles una solución para el siglo XXI, como lo vamos a hacer. Con el método que nosotros practicamos y que es muy, muy difícil, o nos volvemos todos “demonios”, quiere decir hombres ordinarios que están en el ciclo de las vidas, de las muertes, de los renacimientos, del karma, de la competición, de todo lo que ya conocemos y que da como resultado que al final no esté el paraíso, porque cuando se mira el mundo así como es, si fuera el paraíso, diríamos: no se necesita practicar, esta perfecto así, somos todos felices…. o bien todos se volverán monjes y Budas. Para que todos se vuelvan monjes, se necesita que los monjes se vuelvan todo el mundo, estén más o menos como todo el mundo. Se debe encontrar un intercambio posible. Y eso es lo que estamos intentando, practicar con lo que tenemos, en mi opinión.
Así veo las cosas. Pero es muy difícil. Porque cuando miramos el zen desde un punto de vista social, nos decimos: no veo ningún interés en sentarse así. Cuando se mira el zen desde un punto de vista social, se dice: pero estos tíos son todos locos, se quedan sentados así, creen que van a cambiar el mundo, pierden su tiempo, es una locura. Ven todo negro: ellos trabajan gratis, y el maestro, ¿que tiene el maestro de especial?, no es mejor que otro. No se cree en ello. Los únicos que pueden creer son los que tienen la naturaleza de Buda. Eso ya me ha ocurrido, conozco los dos aspectos de la visión del zen.
Por el contrario, cuando estamos en zazen, cuando hacemos zazen, cuando estamos en una sesshin, de golpe todo eso toma un sentido. Y para nosotros tiene sentido, la sangha, el samu, el templo en América Latina, todo adquiere un sentido, creemos. Si vamos totalmente en el sentido de creer, de creer en eso, llegamos a pasarnos todo el día haciendo sesshines, pasando nuestra vida en zazen. Podemos elegir eso, por otra parte. Pero entonces, un día u otro, deberemos ir a comprar una barra de pan a la ciudad, y nos veremos solicitados por nuestros bonos. De hecho, hay que encontrar la vía del medio.
La vía del medio es no caer solamente en la pureza, ni tampoco caer solamente en la visión ordinaria de las cosas. Llegar a regir nuestra vida de forma inteligente, para poder seguir preservando el Buda y poder seguir nuestra propia vida, diferente para cada uno. Ya está, es así como veo las cosas. Es así que enseño las cosas, es así que veo, es así que creo. Ahora, a partir de eso, cada uno es diferente. Puede ocurrir que uno se diga, yo quiero parar de trabajar durante diez años, por ejemplo, si tiene dinero… Hay todo tipo de personajes. Que se deje a la gente libre, informándola de la realidad, intentando evitarles caer en una ilusión demasiado grande. Y después, cada uno es diferente, cada uno es totalmente diferente y va a tener un ritmo diferente. Hay gente que viene a hacer una sesshin una vez por año, o que viene hacer una sesshin durante el campo de verano. Hay gente que viene al dojo dos veces por semana, hay gente que viene todo los días, hay gente que hace todas las sesshines, todos los campos de verano y que quisieran hacer más. Hay gente que hace una sola sesshin al año, les resulta muy, muy difícil, pero incluso hacen el esfuerzo. Hay todo tipo de casos. En cuanto a mí, no critico. Las puertas están abiertas, tanto para entrar como para salir. Espero que los que están aquí sean felices. Si no lo son, se van a ir, harán otra cosa. Y creo que si saben regir su vida y regir su práctica serán felices toda su vida.
Dicho esto, hay momentos en la vida en que es difícil y en que estamos obligados a atravesar momentos difíciles, no somos siempre ganadores. Hay veces en que perdemos. No tenemos siempre suerte. Hay veces en que todo se hace solo: “Ah, super, he encontrado mi ambiente, me han dado un coche; genial, he ganado la lotería…” Hay gente, por el contrario: “Mierda, he perdido mi cartera, he perdido mi tarjeta de crédito, me han robado mi coche, mi mujer se ha ido”. Hay veces en que tenemos dudas, hay que seguir con ello, hay que ir más allá. A veces funciona, es fácil. Hay veces que somos jóvenes, una banda de amigos, nos la pasamos riendo y luego los amigos envejecen, tienen problemas, y eso evoluciona…. ¡es la vida! Si, a mi juicio, la fe es profunda, llegaremos lejos. Si la fe es menos profunda, llegaremos menos lejos. No importa, ya que aún la gente que recibe la ordenación, bueno, es nuestra creencia, y que no continúa, que hace zazen un año o dos, aunque pare, esta ordenación influirá su karma y ese buen karma regresará más tarde de todas maneras. He ahí, es así que funciona. Más bien se debe creer en algo y además, lo que creemos es mínimo, evanescente, no es pesado.